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Los secaderos de tabaco en Vegas del Genil —especialmente en Belicena, Purchil y Ambroz— son testigos arquitectónicos de la historia agrícola del municipio. Estas construcciones emblemáticas, realizadas en ladrillo y madera, surgieron a finales del siglo XIX y se consolidaron en el siglo XX como elementos clave para el secado del tabaco. Aunque hoy muchos se encuentran en ruinas, algunos sobreviven como patrimonio cultural que merece protección. Integran arquitectura funcional y tradicional, adaptada al clima y la ventilación, y conservan un profundo vínculo con la memoria de los agricultores y sus familias. Proyectos como “Huellas Latentes” han puesto en valor su legado, recordando su importancia como parte del paisaje, la identidad y la cultura de la Vega de Granada.
Durante el siglo XX, el cultivo del tabaco transformó de manera profunda el paisaje agrícola y cultural de la Vega de Granada, especialmente en los núcleos de Belicena, Purchil y Ambroz, dentro del municipio de Vegas del Genil. Los secaderos de tabaco –también conocidos como chozones– se convirtieron en símbolos icónicos de este pasado agrario, dejando un legado arquitectónico y cultural que, aunque en declive, aún define la identidad local
El tabaco comenzó a cultivarse en la Vega de Granada a finales del siglo XIX y alcanzó su máximo esplendor en las primeras décadas del siglo XX. Para su secado, se levantaron numerosos secaderos —estructuras de ladrillo, madera y, en ocasiones, materiales reciclados— diseñados para colgar las hojas de tabaco tras su recolección. Su proliferación marcó profundamente las poblaciones de Vegas del Genil, especialmente en Belicena, Purchil y Ambroz, donde aún se conservan algunos ejemplares en uso o en ruinas .
Los secaderos de tabaco en la Vega granadina presentan una arquitectura híbrida: combinan lo tectónico y lo estereotómico, un equilibrio entre ligereza y robustez. Su estructura, en muchos casos, combina:
Esta arquitectura responde tanto a la funcionalidad agrícola como a la adaptación al clima local: la ventilación, la orientación y la altura interior eran claves para garantizar el secado homogéneo y evitar el deterioro de las hojas .
Con el declive del cultivo del tabaco a partir de los años 80, muchos secaderos fueron abandonados, cayeron en ruina o se reconvirtieron a otros usos. En la actualidad, la mayoría de estas construcciones se encuentran en estado de deterioro, aunque algunos propietarios las han mantenido con fines agrícolas o turísticos, y otros se han reconvertido en centros culturales o de interpretación, como el Centro de Interpretación de la Vega de Granada ubicado en un antiguo secadero en Belicena .
Los secaderos no son solo vestigios arquitectónicos: constituyen auténticos hitos patrimoniales que narran la historia de miles de jornaleros y agricultores de la Vega. Proyectos como “Huellas Latentes” —exposición realizada en el Centro de Interpretación de Belicena— han documentado el testimonio vivo de estos espacios, rescatando la memoria colectiva de las familias tabacaleras y su relación con el paisaje, los olores, los sonidos y las historias personales que todavía impregnan estas estructuras
Hoy en día, los secaderos de tabaco en Vegas del Genil, especialmente en Belicena, Purchil y Ambroz, constituyen un patrimonio cultural en riesgo. Su singularidad arquitectónica y su valor como testigos de la historia agraria exigen estrategias de conservación y puesta en valor, ya sea mediante su rehabilitación para usos culturales o turísticos, o integrándolos en rutas de interpretación del paisaje de la Vega de Granada.
Preservar estos secaderos significa proteger la identidad de Vegas del Genil y su memoria colectiva, garantizando que las generaciones futuras puedan seguir comprendiendo la profunda relación entre la tierra, el trabajo y la cultura que estos edificios representan