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Ruta del Corazón de la Vega, un recorrido circular desde Belicena (Vegas del Genil) entre acequias, cortijos históricos y paisajes agrícolas. Descubre la esencia de la Vega de Granada a pie, en una ruta fácil, patrimonial y con identidad local.
Descubre una de las rutas más bellas y accesibles de la Vega de Granada: un paseo circular desde Belicena (Vegas del Genil), que cruza el Camino del Callejón hacia Cúllar Vega y recorre el histórico Camino de San Antón. Con solo 5,3 kilómetros de recorrido, esta ruta es perfecta para toda la familia, ideal para una mañana de domingo o una tarde de desconexión. Naturaleza, tradición y paisaje humano se entrelazan en esta pequeña joya vegueña que te invita a redescubrir tu entorno más cercano, paso a paso.
Puedes seguir el recorrido completo en tu móvil gracias a la app Wikiloc. Accede directamente a la ruta en este enlace:
👉 Ruta del Corazón de la Vega en Wikiloc
O bien, búscala escribiendo en el buscador:
“Defiende Vegas del Genil – Ruta del Corazón de la Vega”
📲 Con Wikiloc, podrás ver el mapa, seguir la ruta paso a paso con GPS, ver fotos del camino y compartir tu experiencia con la comunidad.
¡Sal a caminar y descubre que lo mejor de la Vega… está a solo unos pasos de tu casa!
Distancia: 5,3 km
Desnivel positivo: 15 m
Desnivel negativo: 15 m
Altitud mínima: 609 m
Altitud máxima: 629 m
Dificultad técnica: Fácil
TrailRank (valoración de comunidad): 19
Tipo de ruta: Circular
Inicio/fin: Iglesia del Santísimo Cristo de la Misericordia, Belicena (Vegas del Genil)
Distancia ideal para una excursión matinal o vespertina, perfecta para familias y vecinos que quieran reconectar con su patrimonio local.
Desnivel suave, apenas perceptible, se combate con pequeños repechos, lo que aporta dinamismo y ritmo sin cansar.
Nivel técnico moderado: sendero cómodo, ganancias pequeñas de altitud, sin tramos complejos.
TrailRank 19 indica que es una ruta muy bien valorada por practicantes, especialmente por su entorno agrario cercano.
Diseñada para cualquier caminante: desde el paseante ocasional hasta el senderista con experiencia ligera.
Usa calzado deportivo o de trekking ligero.
Ropa cómoda y capa ligera en otoño/invierno; gorra y protector solar en verano.
Lleva al menos 1 L de agua y algún aperitivo.
Usa la app Wikiloc con GPS para no perder el camino.
Respeta el entorno, campos y normas municipales
La Ruta del Corazón de la Vega comienza junto a la Iglesia del Santísimo Cristo de la Misericordia, en la calle Real de Belicena, el templo más antiguo de Vegas del Genil. Levantada sobre una antigua mezquita andalusí, esta iglesia guarda siglos de historia entre sus muros y acoge la venerada imagen del Cristo de la Misericordia, que cada 25 de abril y Viernes Santo recorre las calles del pueblo. Su arquitectura sencilla, con techumbre de madera y torre a cuatro aguas, respira tradición. Muy cerca, se cree que existió un antiguo cementerio árabe, lo que refuerza el carácter ancestral del lugar. Comenzar la ruta aquí es empezar caminando desde el alma misma de Belicena.
Avanzamos por la calle Real de Belicena, caminando en sentido contrario al tráfico, por la que probablemente sea la vía más antigua del pueblo. De origen andalusí, aún conserva su trazado sinuoso y bajo su pavimento discurre, encajada en bóveda, una antigua acequia tradicional. A pocos metros, cruzamos la plaza Andalucía, conocida por muchos como la placeta Amalia, remodelada a principios de los años 2000 como espacio de encuentro vecinal. Poco después alcanzamos la plaza de la Constitución, aunque entre los beliceneros sigue siendo la plaza del Dílar, ya que por allí corría, siglos atrás, un brazo del antiguo afluente del río Dílar, dando nombre y memoria a este rincón del pueblo.
Tras cruzar la plaza de la Constitución, la ruta continúa por la Avenida de la Constitución, una vía que hasta hace apenas unas décadas era puro campo: vega fértil, cortijos y antiguas eras de labor. Hoy, sin embargo, en ella se dibuja una transición viva entre lo rural y lo urbano. A un lado, los vestigios de la arquitectura agrícola tradicional; al otro, nuevas urbanizaciones que crecen entre acequias y cañaverales, marcando el pulso de un pueblo que avanza sin olvidar sus raíces. Esta avenida es, en sí misma, una metáfora del propio Vegas del Genil: una fusión entre la memoria campesina y el presente residencial.
El Camino del Callejón representa uno de los tramos más auténticos y serenos de la ruta. Es un sendero rural que conecta Belicena con Cúllar Vega, discurriendo entre campos de cultivo, acequias y horizontes abiertos. A la derecha del caminante, lo primero que aparece es el Cortijo del Carmen, un vestigio del pasado agrícola local que aún se alza entre maizales y secaderos, como si quisiera resistirse al paso del tiempo. Más adelante, también a la derecha, se asoma la urbanización del Ventorrillo, nuevo tejido urbano que contrasta suavemente con la tradición agrícola que lo rodea.
Continuamos la ruta adentrándonos en Cúllar Vega por la avenida Blas Infante, una vía amplia y moderna, flanqueada por viviendas de nueva construcción, que marca con claridad la frontera entre el núcleo urbano y la extensión agrícola de la vega. Este tramo simboliza el encuentro entre el pueblo que crece y la tierra que permanece. A medida que avanzamos, la avenida nos conduce directamente hasta la carretera GR-3304, donde una rotonda da la bienvenida a quienes entran al municipio.
Allí, Cúllar Vega ha sabido rendir homenaje a sus raíces agrícolas con una preciosa y cuidada reproducción en miniatura de un secadero tradicional, símbolo de una economía y un paisaje que han marcado a generaciones. Este gesto no solo embellece el acceso al pueblo, sino que recuerda —a locales y forasteros— que aquí, la modernidad no olvida su origen.
El tramo que sigue por la carretera GR-3304 discurre paralelo al asfalto, en un tramo rectilíneo que, aunque algo más urbano, sigue regalando vistas abiertas a la izquierda sobre la Vega granadina en pleno esplendor. A medida que se avanza, se bordea el Cortijo de la Viña, construcción histórica rodeada de campos de cultivo que, como tantos otros en esta tierra, combina arquitectura agrícola y memoria familiar.
Este tramo sirve como pasarela simbólica entre dos pueblos hermanos. Poco después, aparece ante nosotros el mítico Restaurante JR, un lugar muy conocido por vecinos de toda la comarca. Justo allí, un cartel da la bienvenida a Vegas del Genil, marcando el reencuentro con el término municipal tras el paso por Cúllar Vega. Es un punto clave del recorrido, no solo por su valor geográfico, sino también emocional: regresar a casa tras haber caminado la historia y el paisaje que nos une.
Desde el cartel que nos anuncia el regreso a Vegas del Genil, tomamos el Camino de San Antón, una vía agrícola de tierra firme que discurre entre maizales y antiguas acequias. Pronto, a la izquierda del sendero, emerge entre arboledas el imponente Cortijo de San Antón, una de las joyas patrimoniales de la Vega. Este cortijo hunde sus raíces en el periodo nazarí, cuando fue una almunia o alquería andalusí dedicada al cultivo de huertas y frutales. A lo largo de los siglos, pasó por manos de la Orden de Santiago y más tarde de la familia Seijas Lozano, conservando su uso agrícola hasta la actualidad. Su arquitectura tradicional, los pozos y aljibes históricos y la arboleda centenaria que lo rodea lo convierten en testimonio vivo de la evolución rural de nuestro municipio.
👉 Puedes leer la historia completa aquí:
Cortijo San Antón de Ambroz: Historia de una alquería centenaria
Caminar junto a él es comprender por qué esta tierra no solo se cultiva, también se hereda, se defiende y se honra.
Desde el Cortijo San Antón, el camino continúa entre cañaverales y tierras de cultivo hasta encontrarse con otra construcción emblemática de nuestra Vega: el Cortijo Casablanca, también conocido por muchos como Casería Casa Blanca. Situado a pie del Camino de San Antón, este cortijo es un testimonio vivo de la arquitectura rural granadina de finales del siglo XIX. Su estructura conserva un módulo principal de vivienda, un antiguo secadero de tabaco, una placeta central con pozo, y ese aire noble y sobrio de las caserías que marcaron el paisaje agrícola de generaciones enteras.
Aunque el paso del tiempo ha dejado su huella, el Cortijo Casablanca sigue en pie, recordándonos las raíces agrícolas de nuestra tierra y el legado de quienes la trabajaron con dedicación y orgullo. Forma parte del alma discreta de la Vega, de esos lugares que no figuran en los mapas turísticos pero que viven en la memoria de quienes los han recorrido desde niños.
❔ ¿Sabías que…?
Muchos vecinos aún recuerdan cuando una avioneta se estrelló en una haza junto a Casa Blanca, convirtiendo aquel día en un acontecimiento que marcó a todo el pueblo. “Cuando era pequeña”, nos cuentan, “fui con mi familia a ver los restos del aparato… estaba muy cerca del cortijo, y todo el campo se llenó de curiosos”.
Lugares como este no solo se recorren con los pies, también con la memoria y el corazón. Por eso forman parte esencial de la Ruta del Corazón de la Vega.
En este último tramo de la Ruta del Corazón de la Vega, el camino nos regala una imagen icónica: la de un tractor trabajando entre hileras de maíz, con Sierra Elvira al fondo y las nuevas construcciones de Belicena asomando por el horizonte. Esta estampa resume el espíritu de la Vega: tradición agrícola en plena actividad, conviviendo con la transformación urbana de nuestro municipio.
La tierra, negra y fértil, aún se riega, se labra y se cuida con el mismo esmero de generaciones pasadas. El olor a humedad recién pulverizada, el zumbido de los aspersores y el trazado geométrico de los cultivos acompañan nuestros pasos hasta desembocar, poco a poco, en una nueva urbanización de Belicena. Aquí, el paisaje se transforma: de la Vega cultivada a las calles rectas, aceras anchas y viviendas modernas que nos anuncian que el recorrido está a punto de cerrarse.
Es el reencuentro con el hogar tras haber caminado por la memoria, el esfuerzo y la identidad de un pueblo que, aunque evoluciona, no olvida nunca de dónde viene.
Desde los campos de maíz que dejamos atrás, la ruta se adentra suavemente en la Avenida del Mediterráneo, una de las zonas más recientes de Belicena. Aquí, el trazado moderno de calles anchas, viviendas de nueva construcción y árboles aún jóvenes convive con la cercanía de la vega que aún respira a pocos pasos. Es un entorno tranquilo, ordenado y abierto, donde el paisaje urbano no ha roto del todo el diálogo con la tierra.
Esta parte del recorrido refleja el Belicena que cambia, pero no olvida sus raíces. Las casas blancas y las aceras limpias conviven con vistas despejadas hacia los cultivos, las acequias y Sierra Elvira al fondo. Es un tramo que invita a la reflexión: cómo crecer sin perder la identidad, cómo abrirse al futuro sin renunciar al campo que nos ha hecho pueblo.
Aquí, cada paso nos dice que la Vega del Genil no es solo un paisaje: es una manera de vivir y de entender quiénes somos.
Giramos a la derecha por la calle Alhambra, un tramo breve pero lleno de significado. Desde aquí se abren bonitas vistas de Belicena, donde aún se perciben las líneas de un pueblo que fue agrícola antes que urbano. A un lado, se conservan estructuras tradicionales, casas de una o dos plantas con tejado a dos aguas y tapias encaladas; al otro, pequeños retazos de vega que resisten entre el asfalto y el progreso, como si quisieran recordarnos que aquí todo creció sobre la tierra y gracias a ella.
La calle Alhambra es, en cierto modo, un umbral: el punto donde el Belicena de antaño se asoma al presente, sin esconder su pasado. Un lugar donde lo nuevo y lo viejo no compiten, sino que coexisten en un delicado equilibrio.
Nos adentramos de nuevo en la calle Real de Belicena, entrando por la zona conocida popularmente como “El Alto El Lugar”, uno de esos nombres que los beliceneros pronuncian con naturalidad, como quien menciona una parte viva de su historia cotidiana. Este último tramo es un pasillo de memoria, un recorrido breve pero lleno de alma, donde las casas antiguas, el frescor de la sombra y el silencio amable de las primeras horas de la mañana nos envuelven con esa paz que solo dan los caminos conocidos.
La Iglesia del Cristo de la Misericordia nos espera al fondo, marcando el final del recorrido. Volvemos al punto de partida, pero no somos los mismos: hemos visto, sentido y recordado. Porque esta Ruta del Corazón de la Vega no es solo una vuelta al campo, es una vuelta a nosotros mismos. A nuestras raíces, a la vega que resiste, al pueblo que camina entre lo que fue y lo que aún puede ser.
Caminarla es entender que Vegas del Genil no se cuenta solo en mapas ni en censos: se cuenta paso a paso, acequia a acequia, cortijo a cortijo. Aquí termina el viaje… pero empieza el compromiso de seguir defendiendo todo lo que nos trajo hasta aquí.
Te invitamos a recorrer esta ruta sencilla pero profundamente significativa, donde cada tramo es una lección de historia, paisaje y pertenencia. No hace falta irse lejos para descubrir maravillas: basta con calzarse unas buenas zapatillas, abrir los sentidos y dejar que la vega —nuestra vega— te hable al oído. Caminar por aquí es mucho más que hacer senderismo: es reconocer quiénes somos, de dónde venimos y lo que aún estamos a tiempo de conservar.