El río Dílar a su paso por Vegas del Genil

¿Conoces la historia olvidada del río Dílar?
Cruza Vegas del Genil casi en silencio, seco la mayor parte del año, pero durante siglos fue fuente de vida, de trabajo y de memoria colectiva. Hoy, desde Defiende Vegas del Genil, luchamos por devolverle su voz. Porque un pueblo que se reconcilia con su río, se reconcilia con su futuro.

Un viaje por la historia, la tierra y la memoria del agua

Introducción

El río Dílar es un río de la provincia de Granada que nace en las cumbres de Sierra Nevada y atraviesa la Vega de Granada hasta desembocar en el río Genil, muy cerca de la localidad de Purchil (Vegas del Genil). Con una longitud aproximada de 36 kilómetros desde su origen a 3.000 metros de altitud hasta la desembocadura, el Dílar pasa de ser un arroyo de montaña a un río de vega de escaso caudal. En el término municipal de Vegas del Genil, que abarca los pueblos de Ambroz, Belicena y Purchil, el río Dílar ha desempeñado un papel importante en la historia natural, agraria y cultural de la zona, a pesar de que buena parte del año su cauce permanece seco debido a la intensa utilización de sus aguas para riego.

Historia natural, geológica y ecológica del río Dílar

El río Dílar nace en la zona occidental de Sierra Nevada, concretamente en los Lagunillos de la Virgen (aproximadamente 3.000 msnm), alimentados por neveros y arroyos de alta montaña. Desde su nacimiento en la Laguna de las Yeguas, el Dílar desciende por laderas pronunciadas, cortados y desfiladeros en dirección a la Vega de Granada. En su tramo alto y medio, dentro del Espacio Natural de Sierra Nevada, el río forma paisajes de gran belleza entre pinares y matorrales mediterráneos, con cascadas, pozas y zonas rocosas dolomíticas características de la geología local.

La corriente es rápida pero de poco caudal, aumentada estacionalmente por el deshielo de las cumbres en primavera y verano. En estos parajes serranos, el Dílar mantiene aguas limpias y frías, hábitat potencial de la trucha común (Salmo trutta) y otras especies propias de ríos de montaña. Es frecuente avistar fauna silvestre como la cabra montés en las riberas altas, además de aves y anfibios típicos de ecosistemas fluviales bien conservados.

Al descender hacia la comarca de la Vega de Granada, la vegetación natural de ribera ha sido históricamente sustituida en gran medida por cultivos y choperas de plantación. Por encima de 750 m de altitud predominan pastizales y matorrales de montaña (con piornos, rosales silvestres, enebros, retamas, lavandas, etc.), mientras que en las zonas más bajas se extienden olivares y huertas de regadío, salpicadas antiguamente de bosquetes de álamos o chopos autóctonos en las orillas. Estas alamedas ribereñas fueron parte integral del paisaje tradicional de la Vega.

De hecho, un proyecto reciente LIFE “Wood for Future” busca recuperar las alamedas granadinas mediante reforestación en las riberas del Dílar, por su valor ecológico y como sumideros de carbono. Ecológicamente, el río Dílar ha sido un corredor natural en la Vega, proporcionando hábitat y agua para fauna local. Sin embargo, debido a la intensa derivación de caudales para riego, el tramo bajo del río sufre de desecación gran parte del año, lo que limita severamente la vida acuática.

Aun así, en épocas de lluvias o en inviernos húmedos, el Dílar puede llevar un caudal continuo que permite la aparición de macroinvertebrados y otros organismos; de hecho, recientemente se han detectado nuevos invertebrados acuáticos en tramos del río que han recuperado algo de flujo, indicio esperanzador de una incipiente regeneración ecológica. En suma, el Dílar posee una rica historia natural: desde los prístinos arroyos de alta montaña hasta las llanuras agrícolas de la Vega, su carácter geológico y biológico refleja la transición de Sierra Nevada a la fértil vega granadina.

El cauce en Vegas del Genil: modificaciones, crecidas e inundaciones

A su llegada a la zona de Vegas del Genil, el río Dílar históricamente se dividía en brazos y meandros de curso variable. Antes de las obras de encauzamiento del siglo XX, el Dílar “no iba siempre por el mismo sitio”; cuando venían grandes avenidas, el río se desbordaba y abría rutas distintas sobre la llanura. Este comportamiento anastomosado generaba un riesgo recurrente de inundaciones en núcleos como Purchil.

Los vecinos de antaño desarrollaron ingeniosas medidas de protección: en las casas más cercanas al cauce existían ranuras talladas en los marcos de puertas y ventanas para introducir tablones a modo de compuertas protectoras. Cuando alguien avistaba el repentino aumento de caudal, corría dando la voz de alarma –«¡El río se ha salido! ¡El río se ha salido!»– y rápidamente los habitantes colocaban las compuertas de madera para impedir que el agua entrara en las viviendas. Estos paneles improvisados salvaban enseres y estructuras, y algunos de sus vestigios podían verse hasta hace pocos años en fachadas de Purchil como testimonio de aquella época.

Debido a estas riadas periódicas, a mediados del siglo XX se emprendieron obras de encauzamiento y defensa del Dílar en la Vega. Hacia la década de 1960, el cauce fue canalizado y fijado artificialmente en su tramo final, construyendo motas y muros de contención para dirigir las aguas hacia la desembocadura en el Genil de forma controlada. Este encauzamiento redujo la amenaza de inundaciones en las zonas habitadas, pero también significó la pérdida de los cursos naturales y meandros históricos del río.

Aún hoy se observan restos de antiguos muros y escolleras en la ribera del Dílar cerca de Ambroz, instalados para contener sus crecidas en el pasado. El cauce del río Dílar en la Vega de Granada permanece seco la mayor parte del año, encajonado entre muros de encauzamiento construidos en el siglo XX. Pese a las infraestructuras de encauzamiento, el peligro de inundaciones nunca desapareció por completo.

Las crecidas del Dílar han sido descritas por los agricultores como una especie de “lotería”: algunos campos se beneficiaban de la capa de limo fértil depositada por el río, mientras que otros quedaban arrasados por la arena y los destrozos. En el último siglo, se recuerdan varios episodios de fuertes avenidas. Por ejemplo, en septiembre de 2007 tras lluvias torrenciales (gota fría), el río Dílar estuvo a punto de desbordarse en la vega, llegando el agua a niveles críticos en algunos tramos. Más recientemente, la DANA de septiembre de 2019 produjo precipitaciones extraordinarias que causaron graves inundaciones en partes de Ambroz y Belicena, anegando calles como Virgen de los Remedios y la zona de Huerta del Pilar.

Estas inundaciones modernas se debieron tanto al desbordamiento de acequias y desagües como a la incapacidad del terreno urbanizado para drenar el agua. El Ayuntamiento de Vegas del Genil tomó cartas en el asunto tras 2019, ejecutando en 2020 obras de mejora de pluviales y drenajes para solucionar problemas históricos de inundaciones en las áreas afectadas, con apoyo de la Junta de Andalucía.

En síntesis, el río Dílar ha moldeado el paisaje y la vida en Vegas del Genil con sus crecidas caprichosas. La ingeniería del siglo XX logró encauzar en parte su bravura, pero las huellas de sus inundaciones –desde las compuertas de madera hasta los muros de piedra y los relatos de vecinos– siguen presentes en la memoria local.

Uso agrícola del río en el término municipal

El río Dílar ha sido, desde tiempos andalusíes, columna vertebral del regadío tradicional en el sector suroriental de la Vega de Granada. Sus aguas, distribuidas mediante una compleja red de acequias, permitieron convertir terrenos áridos en fértiles huertas y campos de cultivo. En Vegas del Genil y municipios vecinos, el uso agrícola del Dílar ha sido predominante, al punto de destinarse históricamente la casi totalidad de su caudal a riego.

Tras la incorporación del Reino de Granada a Castilla, a mediados del siglo XVI se documentan detalladamente los derechos de agua del Dílar en los Libros de Apeo y las Ordenanzas de riego. Estas ordenanzas –aún en vigor en esencia varias centurias después– recogían un intrincado sistema de turnos y particiones del caudal entre distintos pueblos ribereños. Por ejemplo, la comunidad de regantes de Alhendín (municipio colindante) tenía asignado históricamente “dos sextas partes de la totalidad de las aguas” del río durante el día, además de ciertos derechos nocturnos tras satisfacer las necesidades de los pueblos aguas arriba.

Otros municipios como Dílar, Gójar, Otura, Ogíjares o Las Gabias también recibían partes proporcionales en un sistema rotatorio ancestral, garantizando que cada comunidad obtuviera el agua para sus tierras en determinados días u horas de la semana. Así, cada lunes y martes cierto pago regaba con el agua del Dílar, cada miércoles otro, y así sucesivamente, en un calendario hidrológico minucioso que se remontaba al derecho consuetudinario “inmemorial” (posiblemente de origen medieval) codificado por escrito en el siglo XVI.

El agua del río Dílar, conducida por acequias madres como la de Alhendín, la de Otura o la de La Caña (Cafa), hizo posibles las ricas vegas agrícolas de la zona. En la actualidad, por ejemplo, la Comunidad de Regantes de la Acequia de Alhendín (creada formalmente en los años 1950) continúa tomando aguas del Dílar para irrigar más de 7.200 marjales de cultivo.

Los principales cultivos tradicionales de la Vega regados con el Dílar incluyen olivar y otros leñosos (almendros), cultivos hortícolas (patatas, hortalizas, ajos, habas, etc.) y cereales. También fueron importantes históricamente las plantaciones de morales (para la cría de seda) y posteriormente las choperas madereras, todas ellas dependientes del riego.

Este intenso uso agrícola tuvo una contrapartida ambiental notable: dejaba seco el cauce natural. De hecho, se volvió “normal” que el río Dílar no llevase agua visible en muchos tramos bajos, pues “el agua de este río ha fluido por sus acequias, dejando seco el cauce la mayor parte del año”. Generaciones de agricultores se acostumbraron a ver el lecho del Dílar convertido en pedregal salvo en épocas de lluvia o crecidas. Se pensaba incluso que el río “no podía albergar vida” acuática, desconociendo que esta ausencia de caudal era obra de la mano humana más que una condición natural.

En resumen, el Dílar ha sido vital para la agricultura de la Vega, proporcionando el agua que alimenta cultivos y sostenía la economía rural, pero a costa de sacrificar en gran medida su propio flujo ecológico.

Impacto urbano: infraestructuras, urbanizaciones y vertidos

El paso del río Dílar por Vegas del Genil también ha estado marcado por la acción antrópica no agrícola, es decir, por obras civiles, expansión urbana y fuentes de contaminación puntuales.

Una de las infraestructuras históricas más destacadas es el Puente Francés, un puente de sillería construido a inicios del siglo XIX que cruza un antiguo cauce del Dílar (o quizás un ramal del Genil) en las afueras de Purchil. Según la tradición, este puente de un solo arco rebajado fue obra de las tropas napoleónicas durante la ocupación de Granada (1808-1812). El Puente Francés, situado en el límite municipal entre Vegas del Genil y Granada, permanece en pie como testigo de la ingeniería decimonónica, aunque hoy en día se encuentra bastante abandonado y necesita restauración.

Además del Puente Francés, existen otros pasos sobre el Dílar en Vegas del Genil. Uno de ellos es el Puente Peatonal de San José, pasarela que permite cruzar conjuntamente el río Dílar y el Genil en su confluencia, conectando la zona de Purchil con la margen opuesta. Más aguas arriba, cerca de Ambroz, otro puente peatonal en el antiguo Camino de Granada (vía rural entre Cúllar Vega y Ambroz) cruza el Dílar, facilitando el paso de vecinos y senderistas. También hay puentes menores y badenes para canales de riego (acueductos de acequias) que históricamente salvaron el cauce para distribuir el agua; por ejemplo, antiguamente la acequia de la Cañada (Tarramonta) contaba con estructuras para llevar agua sobre el río hacia Las Gabias.

Estas obras muestran cómo la geografía del Dílar fue modificada para integrarla en la red de comunicaciones y de riego de la Vega.

La expansión urbana de las últimas décadas ha impactado significativamente el entorno fluvial. Vegas del Genil, al igual que otros pueblos de la Vega, experimentó un crecimiento de urbanizaciones a finales del siglo XX e inicios del XXI. Esta “urbanización salvaje”, como la califican algunos vecinos, supuso la eliminación de vegetación natural protectora (como los cañaverales que indicaban antiguos cauces) y la ocupación de zonas inundables. Muchas de las cañas que los agricultores sembraban en las orillas para sujetar los suelos y frenar las riadas fueron arrancadas durante ese boom urbanístico, privando al río de un elemento amortiguador de crecidas.

El resultado es un cauce más desprotegido y lineal, encajonado entre fincas, carreteras y viviendas, con escasa llanura de inundación donde expandir agua en caso de crecida.

En cuanto a vertidos y calidad del agua, el Dílar ha sufrido problemas comunes a ríos de entornos periurbanos. Durante gran parte del siglo XX, el vertido directo de aguas residuales domésticas y ganaderas era algo habitual; de hecho, los propios campesinos aprovechaban las avenidas mezcladas con aguas fecales para fertilizar sus campos mediante el llamado “entarquinamiento”, que les abonaba la tierra durante años. Sin embargo, con la contaminación moderna estas prácticas se han vuelto inviables: un agricultor local cuenta cómo una inundación accidental con aguas residuales dejó una de sus fincas esterilizada por mucho tiempo.

Hoy día, la preocupación se centra en eliminar definitivamente los vertidos sin depurar. La Estación Depuradora (EDAR) de Los Vados, ubicada aguas abajo en el valle del Genil, es el destino donde deberían acabar todas las aguas residuales de la zona. Las autoridades y colectivos ciudadanos insisten en la urgencia de canalizar las aguas residuales a la EDAR, para que dejen de verterse a barrancos, acequias o directamente al campo.

Otro impacto es la contaminación difusa agrícola: la infiltración de fertilizantes y fitosanitarios en el acuífero de la Vega. Estudios señalan que el agua subterránea bajo los campos (alimentada en parte por el río) contiene tantos químicos agrícolas que ya no es apta para consumo humano. Esto evidencia un ciclo de contaminación donde el uso intensivo de la tierra repercute en la calidad del agua del propio río.

Finalmente, problemas como escombros y basuras en la zona de policía del río han sido denunciados por asociaciones ecologistas, que exigen eliminar vertederos ilegales y obstáculos que algunos particulares han colocado invadiendo las riberas.

En resumen, la huella humana en el río Dílar a su paso por Vegas del Genil es amplia: puentes históricos que hoy son patrimonio descuidado, canalizaciones y muros que alteraron su dinámica, áreas urbanizadas que redujeron su espacio natural, y vertidos que comprometieron su salud ecológica. No obstante, recientes esfuerzos de saneamiento y restauración buscan mitigar estos impactos (como veremos más adelante), para reconciliar al río con la comunidad.

Papel en la historia local: registros, usos tradicionales y cultura

El río Dílar está profundamente entrelazado con la historia local de la Vega de Granada. Desde la época andalusí, sus aguas permitieron la existencia de alquerías y cortijos cuyos nombres aún salpican el mapa (Molinos, acequias históricas, etc.). Muchos usos tradicionales se vinculan al río: servía para dar de beber al ganado, para lavar la ropa en las pozas (práctica común en ríos de vega hasta mediados del siglo XX) y para el ocio veraniego de los jóvenes que acudían a sus orillas cuando llevaba agua.

En el imaginario colectivo de pueblos como Purchil, el Dílar aparece como fuente de vida y a la vez amenaza. Los relatos de las inundaciones pasadas se han transmitido oralmente. Por ejemplo, los mayores cuentan cómo tras grandes tormentas surgían gritos de «¡Colocad las compuertas!» y todo el pueblo se movilizaba. Esa imagen del pueblo unido frente al río bravo forma parte de la identidad local.

Un reconocido cronista de la Vega, Ricardo Ávila, dedicó muchas historias a explicar a las nuevas generaciones la geografía y tradiciones vinculadas al Dílar. Gracias a él sabemos, por ejemplo, de la existencia de “la minicuesta” en Purchil: una pequeña elevación construida deliberadamente para desviar las avenidas y que el agua no entrara por una calle baja del pueblo. Estas anécdotas dan cuenta del ingenio y la adaptación de la población al carácter del río.

Las crecidas del Dílar también dejaron refranes y lecciones. Un agricultor veterano resumió la dualidad del río diciendo que “los ríos pueden ser dioses o demonios”. Dioses, cuando enriquecían la vega con sus limos fértiles; demonios, cuando arrasaban cosechas con sus furias. Hasta las diferencias en fertilidad de su agua quedaron registradas: se decía que las hortalizas de la Vega crecían más grandes que las de la Alhambra porque “el agua turbia del Dílar abonaba mejor que el agua pura de la sierra” una observación transmitida por un antiguo jardinero real, comparando lechugas regadas con aguas ricas en sedimentos frente a las de aguas limpias.

Culturalmente, Vegas del Genil comparte con toda la Vega la celebración del Día de la Merendica (Jueves Lardero), jornada en que los vecinos salen al campo, tradicionalmente a las orillas de acequias y chopos, a merendar y convivir. Estas fiestas populares refuerzan el vínculo social con la tierra regada por el Dílar.

También, en la toponimia local persisten nombres ligados al río: pagos como “Los Prados del Dílar”, la “Fuente de Dílar” o la acequia “Arabuleila” (de origen árabe) que discurre cerca de Churriana, muestran la huella histórica del agua en la región.

En registros escritos, aparte de las ordenanzas de riego ya mencionadas (siglo XVI), el río Dílar aparece en archivos municipales en contexto de obras de encauzamiento, deslindes y conflictos de aguas. Documentos del siglo XIX registran, por ejemplo, las obras de construcción del Puente Francés y su posterior mantenimiento. En actas del siglo XX, figuran acuerdos para dragar el río tras inundaciones o para indemnizar a agricultores afectados por riadas. Y en fechas más recientes, actas plenarias de Vegas del Genil recogen la preocupación por las inundaciones de 2019 y la búsqueda de soluciones de infraestructura.

En definitiva, el Dílar ha sido protagonista silencioso de la historia local: posibilitó la riqueza agrícola que dio sustento a la población, forjó costumbres y oficios (acequieros, molineros, hortelanos), y puso a prueba la resiliencia comunitaria frente a las fuerzas de la naturaleza. Conservar su memoria, como proponen educadores locales, es importante para que las nuevas generaciones comprendan la relación de sus pueblos con el territorio fluvial.

Cambios y evolución del cauce a lo largo del tiempo

La configuración y recorrido del río Dílar en la Vega han experimentado cambios notables a través de los siglos, debidos tanto a causas naturales (avenidas, sedimentación) como a intervenciones humanas (canalizaciones, desvíos). A continuación, se resume en orden cronológico algunos hitos y evoluciones clave del cauce y su gestión en Vegas del Genil y áreas adyacentes:

Año / ÉpocaEvento o cambio relacionado con el río Dílar
Siglo XVIRedacción de Libros de Apeo y Ordenanzas de riego (por Alonso de Loaysa, 1572) que codifican la distribución de las aguas del Dílar entre las distintas alquerías de la Vega. Se documentan los cauces y turnos tradicionales, muchos de origen medieval.
c. 1810 (Siglo XIX)Construcción del Puente Francés de Purchil, puente de un solo arco sobre un brazo del Dílar/Genil, atribuido a las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Este puente aún perdura como patrimonio histórico.
Mediados 1960sObras de encauzamiento del río Dílar en la Vega de Granada. Se rectifica y canaliza el cauce a su paso por Vegas del Genil, eliminando meandros y fijando un lecho único con motas y muros para prevenir desbordamientos.
Octubre 1996Últimos años en que se podían ver extensos cañaverales marcando antiguos cauces del Dílar cerca de Purchil. A finales de los 90 y principios de los 2000, la expansión urbanística elimina la mayoría de estos cañaverales de las orillas.
Septiembre 2007Lluvias torrenciales (gota fría) en Granada: el río Dílar alcanza caudales excepcionales y está “a punto de desbordarse en la vega”. Algunas canalizaciones pluviales urbanas revientan por la presión del agua. Este episodio pone de relieve la fragilidad del sistema de drenaje ante eventos extremos.
Septiembre 2019DANA (depresión aislada) provoca lluvias muy intensas. Ambroz y Belicena sufren inundaciones severas; calles anegadas y daños en viviendas. Tras esto, se planifican obras municipales de drenaje para mitigar futuras inundaciones.
2020Nace la Asociación “Somos Río Dílar”, impulsada por vecinos de la ribera del Dílar con el fin de defender el caudal ecológico y restaurar el ecosistema fluvial. Inician limpiezas, reforestaciones y campañas de sensibilización ciudadana.
Abril 2023Reunión entre la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y comunidades de regantes del Dílar. Se acuerda crear una “Mesa del Dílar” y respetar el caudal ecológico mínimo, modernizando tomas de riego y estableciendo turnos que garanticen agua circulando todo el año.
Febrero 2024Primera fase del plan de reforestación de riberas en el tramo Vegas del Genil–desembocadura, dentro del proyecto LIFE “Wood for Future”. Se plantan árboles de ribera (álamos, fresnos) con participación de escolares y apoyo de Diputación y Universidad.

Como muestra la tabla, el río Dílar ha pasado de ser un curso natural dinámico a un cauce controlado y mermado en su tramo final. Sin embargo, en años recientes se vislumbran acciones para revertir parcialmente el deterioro, mediante acuerdos institucionales y movilización social, intentando que la evolución futura del Dílar recupere algo de su vitalidad original.

Asociaciones vecinales y defensa del río

En respuesta a la degradación acumulada durante décadas, han surgido movimientos ciudadanos comprometidos con la defensa y restauración del río Dílar. El principal colectivo es la Asociación Somos Río Dílar, fundada en 2020 por vecinos de diversos municipios ribereños (Vegas del Genil, Ogíjares, Dílar, entre otros). Esta asociación de carácter conservacionista nació con el objetivo claro de lograr que se respete un caudal mínimo ecológico en el río durante todo el año, condición indispensable para iniciar la recuperación del ecosistema asociado.

Desde su creación, Somos Río Dílar ha organizado numerosas iniciativas: concursos escolares de dibujo y relato (“El río que yo quiero”), jornadas de limpieza del cauce retirando basuras, plantación participativa de flora autóctona en la ribera, colocación de cajas-nido para aves, rutas interpretativas y paseos educativos, y difusión de información sobre la problemática hídrica.

La asociación mantiene un diálogo constante con administraciones locales, autonómicas y estatales, presionando para el cumplimiento de la legislación (Ley de Aguas, Directiva Marco del Agua) que obliga a mantener caudales ecológicos. También colabora en red con otros colectivos ambientales de Granada, compartiendo recursos y estrategias para la protección de los ríos de la provincia.

Un logro importante de la movilización vecinal ha sido visibilizar la situación del Dílar en medios de comunicación y ante la Confederación Hidrográfica. Fruto de ello, en 2023 la CHG accedió a reunir a los regantes del Dílar y crear la mencionada Mesa del río para ajustar extracciones, algo que Somos Río Dílar venía demandando insistentemente.

Asimismo, la asociación ha abogado por la creación de un sendero verde continuo a lo largo del río , una vía verde fluvial–, que arranque en Vegas del Genil y conecte con Granada, para disfrute de la ciudadanía y vigilancia del entorno. Consideran que integrar al río en la vida recreativa de la población ayudaría a generar un “gran impacto positivo” en su conservación.

Junto a Somos Río Dílar, cabe mencionar la participación de colectivos como la asociación Salvemos la Vega (orientada a la preservación de la Vega granadina en general), que ha colaborado en actividades como la reciente reforestación en Vegas del Genil. Ecologistas en Acción también ha apoyado reivindicaciones, exigiendo el cumplimiento inmediato de las normativas de caudales ecológicos en el Dílar y denunciando públicamente las extracciones abusivas o ilegales de agua por parte de grandes usuarios en cabecera (por ejemplo, usos turísticos en Sierra Nevada). También cabe destacar que en los años 90 apareció una Asociación llamada Salvemos al Río Dílar que dio visibilidad a los problemas del rio a su paso por la vegas de Granada.

Estas alianzas muestran una creciente conciencia ambiental en la comarca respecto al agua.

Todo ello apunta a un renacer del interés comunitario por cuidar el río, después de años en que, por costumbre, se veía al Dílar solo como un canal de riego más. En conclusión, las asociaciones vecinales se han convertido en la voz del río Dílar, reivindicando su derecho a existir como ecosistema vivo. Su labor de limpieza, sensibilización e incidencia política está empezando a dar frutos, marcando el camino hacia un Dílar recuperado para la naturaleza y para las personas.

Puentes y pasos sobre el río en Vegas del Genil

A pesar de ser un río modesto, el Dílar cuenta con varios puentes y pasos significativos en el término de Vegas del Genil, fruto de la necesidad de cruzar sus aguas (o su cauce) para conectar poblaciones y tierras de cultivo. Ya se ha descrito el más notable, el Puente Francés de Purchil, monumento del siglo XIX con valor histórico.

Pasarela de San José: se trata de un puente peatonal moderno que cruza el río Dílar justo en su tramo final, muy cerca de la confluencia con el Genil. Forma parte de una vía peatonal que conecta Vegas del Genil (Purchil) con la ciudad de Granada atravesando ambos ríos. Desde esta pasarela se puede observar cómo el Dílar “abraza” al Genil, uniéndose a pocos metros aguas abajo. Es un punto estratégico para paseos y ciclistas, integrado en el camino verde del río Genil.

Puente del Camino de Granada a Cúllar Vega: a la altura de Ambroz, el antiguo camino rural que unía Cúllar Vega con Granada cruza el río Dílar mediante un pequeño puente peatonal (hoy parte de rutas senderistas). Es un puente discreto, de estructura metálica sencilla, instalado para facilitar el paso de vecinos y tractores. Su emplazamiento coincide con un lugar donde el río hace una curva y donde antiguamente existía un vado natural. Cercano a este puente se encuentran los restos de muros de contención de crecidas mencionados, señal de la importancia de ese cruce en épocas pasadas.

Pasos de acequia: aunque no son puentes para tránsito de personas, vale la pena mencionar los antiguos acueductos de acequias que cruzaban el Dílar. Por ejemplo, la Presa de la Caña (La Cafa) desviaba agua hacia Ogíjares y Las Gabias mediante una acequia que cruzaba el río con un pequeño acueducto cerca del Molino de Bebedí (Bebedero). Estas estructuras, hoy desaparecidas o sustituidas por tuberías sifón, representaban también “puentes” de ingeniería hidráulica tradicional.

Puentes de carreteras locales: en la actualidad, la red viaria local incluye algún puente menor sobre el Dílar, como el de la carretera GR-3313 en las afueras de Purchil, que pasa sobre el cauce canalizado. Son puentes de hormigón sin mayor singularidad, pero funcionales para el tráfico rodado.

Cada uno de estos puentes o pasos tiene su historia: el Puente Francés recuerda la ocupación napoleónica y la antigua topografía fluvial; las pasarelas modernas reflejan el intento de integrar el río en rutas de ocio; los pasos de acequia hablan de la herencia agrícola. En conjunto, unen las orillas del Dílar física y simbólicamente, recordando que el río, aunque pequeño y a menudo seco, ha sido y es una línea que hay que franquear para comunicar comunidades y aprovechar el territorio.

Situación ecológica y medioambiental actual

En la actualidad, el río Dílar en Vegas del Genil se encuentra en una situación delicada, aunque no exenta de esperanzas de mejora. El problema más evidente es la falta de caudal en gran parte del año. Estudios de la Confederación Hidrográfica señalan que el río llega a su tramo final en la Vega prácticamente seco durante buena parte de las estaciones secas.

Las causas son tanto naturales como antropogénicas: por un lado, los materiales altamente filtrantes del lecho (gravas y arenas aluviales) hacen que el agua se infiltre en el subsuelo en el tramo medio; por otro lado, las principales tomas de riego se sitúan en ese tramo medio, derivando la mayor parte del agua antes de que llegue a Vegas del Genil. El resultado ha sido un cauce seco en Purchil y sus alrededores, algo que la población llegó a normalizar pero que implica un ecosistema fluvial prácticamente colapsado.

La calidad del agua es otro aspecto preocupante. Como se mencionó, el acuífero subyacente está cargado de nitratos y compuestos agrícolas, y aunque no hay un monitoreo público frecuente de la calidad del agua superficial del Dílar, se sabe que vertidos residuales intermitentes han aportado carga orgánica y posiblemente bacteriológica al cauce.

Afortunadamente, se está avanzando en la conexión de todos los efluentes urbanos a depuradoras. La CHG y los ayuntamientos han reiterado que no existe ninguna autorización para verter aguas sin depurar al río y que todos los núcleos deben canalizar sus aguas negras a la EDAR. La eliminación de vertidos ilegales y la vigilancia ambiental se han intensificado, en parte gracias a la presión social.

Un aspecto positivo es que por primera vez en décadas las autoridades hidráulicas han reconocido formalmente el derecho del Dílar a un caudal ecológico. Según el Plan Hidrológico vigente, el río debería llevar al menos un caudal mínimo (por ejemplo, se habla de 60 L/s en meses de estiaje como julio y agosto) para mantener la vida acuática básica. Hasta ahora, ese mínimo se incumplía sistemáticamente.

Sin embargo, tras las reuniones de 2023, las comunidades de regantes mostraron disposición a respetar los caudales ecológicos, ajustando sus turnos de riego incluso en época de sequía. Se han propuesto medidas como modernizar acequias (reducir filtraciones) y colocar contadores volumétricos en cada toma de riego, de manera que la CHG pueda controlar que no se extraiga más agua de la debida. También se planea coordinar cortes y aperturas de compuertas para que nunca se quede el río completamente seco a lo largo de todo su recorrido.

Los signos de recuperación ecológica aún son tenues pero alentadores. En un tramo experimental donde se ha logrado mantener un hilillo de agua constante, voluntarios de Somos Río Dílar han detectado el regreso de macroinvertebrados acuáticos (larvas de insectos, moluscos, etc.), indicadores de que el hábitat acuático se está restaurando. Asimismo, se han observado parejas de ánades reales (patos salvajes) aprovechando charcas del río cuando lleva agua, algo impensable hace unos años.

El objetivo a largo plazo es que especies emblemáticas como la trucha común vuelvan a poblar el Dílar; técnicamente la trucha podría habitar sus aguas si se mantuvieran frías y con oxígeno, lo cual requiere caudal permanente.

No obstante, los desafíos persisten. Las sequías asociadas al cambio climático hacen que cada vez haya menos agua disponible en general. El sureste peninsular enfrenta “una crisis hídrica” seria, y la Vega de Granada no es excepción. Cada gota de agua cuenta, y equilibrar las necesidades agrícolas con la salud del río es una tarea compleja.

La asociación Somos Río Dílar advierte que mientras no se cambie el modelo de consumo de agua (riego más eficiente, cultivos acordes a la disponibilidad hídrica, etc.), el río seguirá en estado crítico.

En paralelo, la restauración ambiental requiere más acciones: reforestación de las riberas (para estabilizar suelos y aportar sombra al agua), eliminación de especies invasoras (si las hubiera, como caña común en exceso), creación de pequeñas charcas o galápagos que retengan agua en épocas secas, entre otras medidas de ingeniería verde.

En síntesis, la situación actual del río Dílar en Vegas del Genil es la de un río muy degradado pero no olvidado. Gracias a la concienciación ciudadana y a la implicación reciente de las administraciones, se están dando pasos para garantizar que el Dílar tenga un mínimo de vida. Queda “mucho camino por recorrer”, como dicen los activistas, pero por primera vez en décadas se habla de un Dílar vivo en lugar de un mero canal seco.

Su situación ecológica mejora lentamente: la Vega empieza a entender que preservar sus ríos es tan importante como regar sus campos, pues en palabras de los defensores del Dílar, “si los ríos se desecan, no es posible cultivar tomates”. El equilibrio entre un río saludable y una vega productiva es el reto y la meta de los próximos años.

Compromiso desde Defiende Vegas del Genil

Desde la asociación Defiende Vegas del Genil apostamos con firmeza por la recuperación, conservación y valorización del río Dílar como patrimonio natural, histórico y cultural de nuestro municipio. Creemos que el río no es solo un cauce de agua, sino una memoria viva de la Vega, una arteria silenciada que ha dado forma a nuestras huertas, nuestras costumbres y nuestras formas de vida.

El futuro de Vegas del Genil no puede construirse de espaldas a su río. Apostamos por una gestión sostenible del agua, por la restauración ecológica de sus riberas, por el cumplimiento del caudal ecológico y por la creación de espacios públicos que lo integren en la vida cotidiana: sendas verdes, educación ambiental, participación ciudadana, memoria histórica.

Luchamos por un Dílar vivo, porque sabemos que cuidar el río es cuidar también de nuestra tierra, de nuestra salud, de nuestra identidad. Por eso exigimos a las administraciones que asuman su responsabilidad, y animamos a la ciudadanía a reencontrarse con este viejo compañero de la Vega. El Dílar no es un problema: es una oportunidad para unir pasado, presente y futuro en torno a un bien común que merece renacer.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *